Buscar oportunidades: Todo buen emprendedor no solo hace bien su trabajo, sino que está pendiente de todas las oportunidades potenciales que puedan presentársele. Es por ello que parece que tienen siempre las mejores ideas: no se trata de inspiración, sino de estar pendiente y mirar con ojo estratégico las situaciones que podrían representar una oportunidad para el emprendedor.
Despertarse temprano: Es ilógico pretender encontrar el éxito despertándose todos los días tarde. Un buen emprendedor tiene como costumbre despertarse temprano para ordenar sus cosas, aprovechar la mañana y poder tener así más horas en el día para dedicarle a sus proyectos personales, a su vida, a su familia, etc.
Ahorrar e invertir: Un buen emprendedor no es aquel que hace dinero y gasta en lujos caros que presume ante sus amigos. Al contrario, es una persona que sabe ahorrar e invertir el dinero que ingresa a sus cuentas para mantenerlo produciendo y en movimiento.
Ser autosuficiente: La autosuficiencia es una de las características fundamentales gracias a la cual el emprendedor puede ser un líder, que no necesite de órdenes o indicaciones para tomar decisiones importantes. Eso no significa que te adjudiques todo el trabajo a ti solo, pues ese es un error que podría llevarte fácilmente a la sobrecarga. Debes tener la iniciativa para iniciar los proyectos pero también la inteligencia para saber asesorarte.
Ser ordenado: El desorden es el enemigo número uno de cualquier emprendimiento. Por ello, un buen emprendedor tiene la saludable costumbre de ser ordenado, tanto en cuanto a sus espacios de trabajo como al orden con que programa sus horas de trabajo, a su organización diaria.
Rodearse de gente capaz: Finalmente, rodearse de gente capaz. Generalmente los emprendedores, al momento de iniciar su negocio, no necesitan buscar mucho para encontrar un equipo de trabajo, pues está rodeado de gente capaz con quien puede emprender su proyecto. Por ello, trata de rodearte de personas capaces y profesionales con ganas de emprender nuevos proyectos.